Con el paso de los años, el cuerpo puede volverse menos eficiente en el manejo de la glucosa. Este proceso puede traducirse en picos más frecuentes de azúcar en la sangre, pero existen estrategias sencillas y efectivas para contrarrestarlo, combinando alimentación, actividad física y hábitos saludables.
Consistencia en las horas de alimentación
Fijar un horario constante para las comidas contribuye a prevenir cambios abruptos en la glucosa. Si los intervalos entre las comidas son excesivamente largos o inconsistentes, los niveles de azúcar pueden variar, complicando así su control. Es esencial consumir al menos tres comidas principales a diario, complementadas con uno o dos aperitivos si es necesario.
Incrementar el consumo de fibra
Alimentos ricos en fibra —como verduras frescas, avena, legumbres, frutas enteras y frutos secos— ayudan a ralentizar la digestión y la absorción de azúcares, manteniendo niveles más estables de glucosa e insulina. Estudios muestran que la avena reduce tanto la glucosa en ayunas como la HbA1c. Además, legumbres como frijoles y lentejas contienen almidón resistente que ayuda a regular el azúcar postprandial.
Elegir alimentos con bajo índice glucémico
Incorporar verduras crucíferas (como brócoli y col rizada), cítricos (naranjas, pomelo) y frutas rojas (fresas, arándanos, frambuesas) favorece una respuesta glucémica controlada. Estos alimentos, ricos en antioxidantes y fibra, ayudan a mantener niveles de azúcar más estables después de las comidas.
Añadir grasas saludables y proteínas
La ingesta de proteínas magras (como vegetales, pescado o huevos) y grasas saludables (aceite de oliva, aguacate o frutos secos) frena la absorción de glucosa y promueve saciedad. Un huevo al día puede reducir el azúcar en ayunas y mejorar la sensibilidad a la insulina. El aguacate también ha demostrado beneficios para la regulación glucémica.
Hidratarse adecuadamente
Beber agua durante el día, especialmente antes de las comidas, diluye la glucosa en sangre y ayuda a los riñones a eliminar el exceso. La falta de hidratación puede afectar hormonas como la ADH y alterar la regulación de la glucosa. Por ello, se recomienda comenzar el día con un vaso de agua y alternar su consumo a lo largo de la jornada.
Incluir vinagre o canela
En momentos de elevados niveles de glucosa, consumir un poco de vinagre mezclado con agua puede reducir el incremento después de las comidas, debido a que puede inhibir la acción de las enzimas digestivas que liberan azúcares. Además, la canela es reconocida por su capacidad para mantener estable la glucosa.
Realizar ejercicio físico personalizado
Mover el cuerpo es esencial. Caminar a paso ligero, nadar, hacer yoga o taichí son actividades recomendadas para personas mayores de 60; ayudan a que los músculos consuman glucosa, reduciendo su concentración en sangre. Además, el entrenamiento de fuerza —como levantar pesas moderadas— mejora la sensibilidad a la insulina y previene la pérdida muscular relacionada con la edad. Realizar ejercicios de forma regular (al menos 3 veces por semana) y, cuando sea posible, combinarlos con entrenamientos de intervalos de alta intensidad, puede revertir situaciones de prediabetes en algunas personas. Hacer ejercicio después de comer, especialmente por la tarde, maximiza su efecto sobre el control glucémico.
Mantener un peso adecuado
La disminución de peso, aunque sea ligera (4–5 kg), puede mejorar significativamente el control de la glucosa. Sostener un peso adecuado mediante una alimentación balanceada y actividad física es una táctica eficaz para evitar o manejar la diabetes.
Organizar los alimentos
La planificación anticipada de los menús permite balancear macronutrientes (carbohidratos, proteínas y grasas) y evitar comidas muy ricas en azúcares simples o grasas saturadas. Repartir uniformemente los carbohidratos durante el día ayuda a estabilizar los niveles de glucosa.